La vida está llena de recorridos. En nuestro día a día no hacemos otra cosa que ir de un sitio a otro: de casa a la universidad, de la universidad al trabajo, un paseo por la playa, una excursión por la montaña… Estos recorridos pueden ser por motivos prácticos o de necesidad (ir al trabajo, recoger a los niños del colegio, ir al médico…), o bien por motivos lúdicos (un viaje, una excursión, un paseo por la ciudad…).
Todos los recorridos mencionados son exteriores, pero realmente incluso en nuestro hogar, en la más pequeña escala, también tenemos múltiples recorridos: de la cama al váter, de la cocina al sofá… Pese a que a veces pasan desapercibidos, en casa tenemos unos recorridos diarios marcados, y seguro que si llevaramos un cuentakilómetros nos quedaríamos sorprendidos de la cantidad de pasos que damos de un sitio a otro en casa, ya sea para ir del punto A a B, o deambulando mientras atendemos al teléfono.
Y estos recorridos diarios, donde nos encontramos a gente por la calle, nos caemos, nos levantamos, nos perdemos… podemos extrapolarlos a la vida de cada uno: la vida es un recorrido, un paso por este mundo donde vamos conociendo gente, lugares y donde vamos adquiriendo conocimientos y viviendo experiencias. Este recorrido que hacemos por el mundo llamado vida está lleno de etapas, todas con sus luces y sombras: la niñez, la adolescencia, la vida madura y la vejez. Dentro de mi adolescencia, y a lo largo de mi paso por esta universidad, he ido adquiriendo conocimiento y aprendiendo mil y una cosas sobre arquitectura, urbanismo y otras vertientes de la carrera. No considero este documento un trabajo de investigación, sino una exploración de lo que he aprendido en mi viaje por la universidad, y una selección de los muchos proyectos que me llevo en la mochila tras todos estos años.
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; Gauthier Amigo, Alejandro